La Hoja de ruta de la WHF para la hipertensión - Actualización 2021 identifica los obstáculos y sugiere posibles soluciones para mejorar la salud cardiovascular y ayudar a alcanzar la meta establecida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible: lograr una reducción del 30% de las ENT, incluidas las ECV, para 2030.
Una hoja de ruta es un marco para identificar los obstáculos y sugerir posibles soluciones en el camino hacia 2030. Las hojas de ruta mundiales han sido elaboradas por expertos de todo el mundo para detectar los problemas y ofrecer soluciones sobre temas específicos que inciden en la mortalidad cardiovascular.
La primera Hoja de ruta para el manejo de la hipertensión arterial se presentó el 8 de mayo de 2015 en la Asamblea Mundial de la Salud de la OMS y se publicó en Global Heart. En 2021, la WHF publicó una edición actualizada de la hoja de ruta, también publicada en Global Heart.
En 2015, la Federación Mundial del Corazón publicó su primera hoja de ruta sobre la hipertensión arterial. Desde entonces, los avances en materia de hipertensión han incluido la publicación de nuevas directrices clínicas (AHA/ACC; ESC; ESH/ISH); la puesta en marcha de la Iniciativa Mundial HEARTS de la OMS en 2016 y la iniciativa asociada Resolve to Save Lives (RTSL) en 2017; la inclusión de combinaciones de una sola pastilla en la lista de medicamentos esenciales de la OMS, así como diversos avances tecnológicos, en particular la telemedicina y la salud móvil. Habida cuenta de los considerables beneficios derivados de las intervenciones eficaces en el tratamiento de la hipertensión y de su potencial de ampliación a los países de ingresos bajos y medianos (PIBM), la WHF ha revisado y actualizado la "Hoja de ruta para elevar la PA" como "Hoja de ruta para la hipertensión", incorporando los nuevos avances científicos y políticos. Aunque existen intervenciones médicas y de estilo de vida rentables para prevenir y tratar la hipertensión, su adopción sigue siendo baja, sobre todo en las zonas con pocos recursos. En esta hoja de ruta se examinan los obstáculos tanto del lado de la demanda (factores demográficos y socioeconómicos, conocimientos y creencias, relaciones sociales, normas y tradiciones) como del lado de la oferta (recursos y procesos de los sistemas sanitarios) a lo largo del recorrido del paciente, con el fin de proponer una serie de posibles soluciones para superarlos.
Entre ellas figuran el desarrollo de programas de prevención y control a escala de toda la población; la aplicación de cribados oportunistas y de mediciones de la presión arterial fuera de la consulta; el refuerzo de la atención primaria y una mayor atención al reparto de tareas y a la atención basada en el trabajo en equipo; la prestación de una atención centrada en las personas y una mayor educación de pacientes y cuidadores; la facilitación de la adherencia al tratamiento y una mejor gestión del suministro de medicamentos, así como el apoyo al uso de nuevas tecnologías.
La nueva Hoja de ruta de la Federación Mundial del Corazón para la hipertensión, que se basa en la edición anterior de 2015, es un documento de referencia clave para cualquier persona implicada en la planificación, organización, gestión de pacientes y aplicación de enfoques para reducir la carga de la hipertensión.
Proporciona orientaciones basadas en pruebas científicas sobre intervenciones prioritarias para la hipertensión que pueden adaptarse a diferentes contextos, y resume las nuevas pruebas en epidemiología, tratamiento, tecnologías emergentes, estrategias del sistema sanitario y políticas que pueden informar, apoyar y mejorar la detección y el tratamiento de la hipertensión en todo el mundo.
Basándose en la experiencia de médicos, investigadores, profesionales sanitarios, expertos en sistemas sanitarios y representantes de pacientes de todo el mundo, presenta un enfoque integrado de la atención al paciente.
Un reto clave para el control eficaz de la hipertensión arterial es que la mayoría de los hipertensos suelen ser asintomáticos durante años antes de sufrir un episodio cardiovascular significativo, pero se enfrentan a un mayor riesgo de ictus, infarto de miocardio e insuficiencia renal. La hipertensión es uno de los motivos de consulta más frecuentes en atención primaria y, si no se trata, puede provocar una serie de complicaciones como infarto de miocardio, ictus, insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal y muerte. A pesar de los esfuerzos internacionales por controlar la enfermedad, su prevalencia sigue aumentando, pasando de 600 millones en 1980 a 1.300 millones en 2019.
Reducción relativa de la prevalencia de la hipertensión arterial en un 30% para 2030.
Según el Global Burden of Disease, la cardiopatía isquémica es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Anualmente se producen más de 18 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares en todo el mundo, de las cuales 9,96 millones se atribuyen a la hipertensión arterial. Las complicaciones de la hipertensión representan el 53% de todas las muertes relacionadas con enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares. La presión arterial tiene una relación continua con la incidencia de ictus, infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, arteriopatía periférica y enfermedad renal terminal. Los ensayos demuestran que la disminución de la presión arterial reduce el riesgo de eventos cardiovasculares posteriores, incluida una reducción del 35-40% del riesgo de ictus y del 20-25% del riesgo de infarto de miocardio. La presión arterial elevada se define como una presión arterial igual o superior a 140 mmHg sistólica o 90 mmHg diastólica, o como el hecho de recibir tratamiento farmacológico para la PA elevada, independientemente de cuáles sean sus valores de presión arterial. Se considera que una persona tiene una PA "normal alta" cuando su PA sistólica oscila entre 130-139 mmHg y/o su PA diastólica entre 80 y 89 mmHg.
"Descubrir que tenía hipertensión fue un shock. Siempre había pensado que estaba bastante sana para mi edad, y atribuía cualquier cosa fuera de lo normal al simple hecho de hacerme mayor.
Mi diagnóstico fue totalmente accidental. Pensaba que tenía una infección ocular y había llamado a mi oculista para cancelar mi revisión anual. Insistió en que fuera, me echó un vistazo y me dijo que no era una infección... era la rotura de vasos sanguíneos causada por la hipertensión. Llamé a mi médico, me tomó la tensión y me dijo que tenía hipertensión. Resultó que también tenía el colesterol muy alto y el médico me dijo que podía sufrir un infarto o un derrame cerebral en cualquier momento.
Mi médico me recetó algunos medicamentos y me dijo que adelgazara, me volviera más activa y comiera sano. En unos meses había conseguido perder unos 5 kg con dieta y ejercicio suave, pero mi tensión arterial y mi colesterol seguían siendo demasiado altos. Me compré un tensiómetro para saber qué me ayudaba a bajar la tensión. La respuesta fue el ejercicio. Me apunté a un gimnasio y ahora, cinco años después, he conseguido tener la tensión y el colesterol bajo control. Si dejo de hacer ejercicio, sé que me sube la tensión, así que estoy decidida a seguir haciéndolo para que mis medicamentos sigan a dosis bajas.
El hecho de que siga aquí y me sienta mejor que antes es gracias a mi oculista por insistir en ese examen ocular".